Browsing by Author "Cramaussel Vallet, Chantal, sinodal"
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Item El impacto social y demográfico del cólera en Sonora: 1850-1851.(El Colegio de Sonora, 2012-05-11) Ramirez Arroyo, Viviana Trinidad, sustentante; RAMIREZ ARROYO, VIVIANA TRINIDAD; 345155; MEDINA BUSTOS, JOSE MARCOS;D 40949; CRAMAUSSEL VALLET, CHANTAL MARIE JOSE MADELEINE MARTHE; 13347; Trejo Contreras, Zulema; 37592Históricamente las epidemias han provocado importantes cambios en el plano demográfico y social. El cólera morbus, particularmente, generó una alta mortalidad a nivel mundial durante el siglo XIX. En 1833, algunas ciudades mexicanas presentaron pérdidas de alrededor del 10% de la población, lo cual puso al descubierto los problemas sanitarios y la miseria que se vivía en el país, pues el agente infeccioso del cólera se encuentra en las heces o vómito del enfermo que se transmite por agua o alimentos contaminados. Antes y durante la epidemia, las autoridades mexicanas expidieron métodos curativos y preventivos, estos últimos enfocados principalmente al cuidado de la higiene; también reunieron informes de enfermos y muertos. En el caso de Sonora, dicha enfermedad llegó por primera vez en 1850, durante la segunda pandemia y cuando los conocimientos de las causas y remedios aún no eran establecidos con precisión. El arribo del cólera a Sonora hasta noviembre de 1850 estuvo determinado por sus conexiones con el resto del país y con Estados Unidos; pues mientras el ingreso a Sonora desde el centro de México era bastante difícil por los caminos de herradura o poco transitables, con Estados Unidos había un importante tránsito de población desde 1848 debido al descubrimiento del oro en California, lo cual propició la entrada del cólera a Sonora. El camino que siguió el cólera al interior del estado también dependió de las comunicaciones entre las poblaciones, además de la importancia comercial de las mismas. La enfermedad recorrió primeramente los lugares que conformaban la más importante vía comercial de Sonora: Guaymas, Hermosillo y Ures; en estas poblaciones el tiempo que tardó en avanzar el cólera fue menor que en los otros lugares afectados. Después de Ures, se registraron muertes por cólera en Aconchi y posteriormente en lugares de la sierra sonorense como Moctezuma y Arizpe; en febrero de 1851 el cólera llegó a Álamos, ubicado al sur del estado. El norte de Sonora se vio afectado hasta mayo de 1851. A pesar de que en el periodo 1830-1860 se presentaron varias epidemias en Sonora como la viruela (1831, 1843 y 1853), la “fiebre” (1841 y 1857) y el sarampión (1847-1848); el cólera de 1850-1851 es la epidemia que causó más muertes en ese periodo registrando una Tasa Bruta de Mortalidad de hasta 89x1000 habitantes. Los lugares más afectados fueron los que contaban con mayor población o comercio, excepto por Aconchi un sitio de pocos habitantes donde el cólera ocasionó la muerte del 7% de los residentes. El comportamiento mensual de la enfermedad presentó, en la mayoría de las poblaciones, gran cantidad de muertes al inicio, seguida de una baja considerable y después un repunte; distinto a lo ocurrido en otros lugares de México y el mundo donde el mayor número de muertes se registraba al inicio. El sexo más afectado según los registros parroquiales de algunos lugares sonorenses es el masculino, contrario a lo que sucedió en ciudades como Guadalajara y la Ciudad de México donde las mujeres resultaron más perjudicadas. A diferencia de epidemias como la viruela y el sarampión, que aquejaban sólo a individuos de corta edad, el cólera en Sonora afectó a personas de todas las edades. Aun así, los registros de muerte muestran que las personas en edad económicamente activa y reproductiva sufrieron más decesos. Situación que provocó la falta de población masculina en edad de trabajar y reproducirse, además de una importante pérdida de manos para hacer frente a la guerra contra los apaches, según lo estableció el gobernador de Sonora, José de Aguilar en 1851. Diversos estudios han señalado al cólera como una enfermedad que afecta mayormente a población de escasos recursos económicos por las condiciones higiénicas en las que viven, la calidad del agua que consumen y la falta de atención médica a la cual están expuestos. Para el caso de Sonora, las actas de defunción reflejaron una mayor cantidad de entierros de “limosna” o de “caridad”, por los que no se tenía que pagar y, seguramente, eran a los que tenían acceso las personas de bajos recursos. Sin embargo, también resultaron afectados una importante cantidad de personas de recursos económicos, un ejemplo es lo sucedido en Álamos donde se pagaron más de 2.2 pesos por el 55% de los entierros. El cólera también incidió en los nacimientos y matrimonio. Los registros de bautizos de algunos lugares de Sonora en el periodo 1845-1855 muestran una tendencia al aumento antes de la epidemia, pero al llegar el cólera bajan los registros, específicamente en Hermosillo, Sahuaripa y Moctezuma. Este hecho se debe a que el cólera afectó mayormente a personas adultas en condiciones para reproducirse. Los efectos del cólera en la dinámica demográfica fueron aún mayores en lugares con escasa población, como sucedió en Sahuaripa y Moctezuma donde en el año de la epidemia las defunciones superaron a los bautizos. Por su parte, los registros de matrimonios aumentaron tanto en el año de la epidemia como posteriormente, lo cual puede ser explicado por el gran número de viudas y viudos que volvieron a contraer nupcias. El impacto del cólera en Sonora se reflejó también en las cifras de población. Mientras que de 1790 a 1850 se registró una tendencia a la alza, justo en el año del cólera comenzaron a bajar las cifras, hasta que en 1870 se observó con mayor claridad la caída de la población en más del 10%. Además del cólera, la “fiebre del oro” a California y la guerra apache también contribuyeron a la baja poblacional. La primera provocando la emigración de miles de sonorenses hacia territorio estadounidense y la segunda ocasionando la muerte de otros tantos. El cólera en Sonora también motivó que los diferentes grupos sociales y las autoridades pusieran en marcha varias acciones para hacerle frente a la epidemia. Desde 1833 el gobierno sonorense expidió decretos con el fin de disminuir los efectos de la enfermedad en caso de presentarse en la entidad. En esos años se puso especial atención en el cuidado de la limpieza tanto de la ciudad como de las casas habitación; se estableció el interés por crear fondos de beneficencia y juntas de sanidad además de regularse la venta de frutas, verduras y alcohol, el establecimiento de los cementerios y demás. El gobierno también pidió a los médicos que radicaban en el estado la redacción de informes para prevenir y curar el cólera. Lo recomendado en 1833 fue la base de las acciones tomadas en 1850, cuando la epidemia llegó a Sonora. En ese año los encargados de cuidar la sanidad en Sonora eran, a nivel nacional, el Consejo Superior de Salubridad y a nivel estatal el gobernador, los prefectos, los ayuntamientos con sus regidores, jueces de paz, síndicos, celadores de policía y juntas de sanidad. Cada uno de ellos tenía sus propias obligaciones en relación a la salubridad. A la llegada del cólera los que desempeñaron importantes acciones fueron los prefectos y las juntas de sanidad. Los primeros constantemente remitían comunicados al gobernador del estado acerca de la situación epidemiológica de cada distrito, buscaban la adquisición de medicinas, apoyo a hospitales de caridad o visitaban los lugares afectados. Por su parte, las juntas de sanidad -organismos formados en momentos críticos como en el caso de epidemia-, colaboraban con trabajo y dinero para ayudar a los necesitados y a los ayuntamientos. Durante el cólera de 1850-1851 en Sonora, el gobierno recabó fondos de la caridad y en algunas ocasiones, de los fondos municipales o de lo que el gobierno del estado pudiera proporcionar. Aunque mayormente los individuos de altos recursos económicos fueron los que donaron productos en especie para que fueran vendidos y se utilizara el dinero en auxilio de los necesitados. Las medicinas también se obtuvieron de la caridad y los pocos médicos que había no cobraron por sus servicios.Item Las marcas de la viruela (Sonora, 1869-1897)(El Colegio de Sonora, 2016-12-13) Felix Rosas, Hiram; FELIX ROSAS, HIRAM; 101124; Medina Bustos, Jose Marcos;D#0000-0002-5210-5715; CRAMAUSSEL VALLET, CHANTAL MARIE JOSE MADELEINE MARTHE; 13347; CASTRO LUQUE, ANA LUCIA; 73388“Las marcas de la viruela (Sonora, 1869-1897)” analiza la presencia de una enfermedad infecciosa en una sociedad fronteriza durante la segunda mitad del siglo XIX. La investigación está ordenada en torno a dos ejes centrales: los efectos demográficos y las acciones sanitarias. A partir de la documentación de la esfera demográfica se identifica la magnitud, así como su distribución diferenciada en las distintas poblaciones de Sonora. El eje relacionado con las acciones sanitarias explora el tipo de respuesta ante las emergencias generadas por los brotes epidémicos de viruela durante el periodo en cuestión. Un aspecto que busca resolverse es la relación existente entre las acciones sanitarias (especialmente la vacuna) y el control de la viruela como problema de salud pública. Para esto se hace un recuento de la normatividad en torno al tema, como punto de referencia para el análisis de las acciones y valoración del interés del Estado en los asuntos sanitarios. La dimensión demográfica es la vertiente dominante porque a partir de ésta es posible recuperar los elementos cuantitativos que permiten construir un perfil de la enfermedad en los nueve asentamientos estudiados. Se consideran, entre otros factores: la relevancia de la viruela en la tendencia de mortalidad, la frecuencia de los brotes epidémicos y los efectos diferenciados de la enfermedad a lo largo del tiempo. Es el análisis demográfico el eje que permite argumentar que durante el periodo 1869-1897 es posible observar un proceso distintivo: la reconfiguración espacial y temporal de la viruela. La enfermedad pierde su letalidad en las ciudades, se concentra en las comunidades rurales y rompe la frecuencia característica del siglo XIX.