Participación ciudadana y políticas públicas culturales: aproximación de lo municipal a partir del primer año de trabajo de las administraciones Hermosillo 2015-2018 y 2018-2021.
Loading...
Date
2020-01-16
Authors
Mayoral Peña, Oscar Joel, sustentante
Journal Title
Journal ISSN
Volume Title
Publisher
El Colegio de Sonora
Abstract
Existe una añeja relación entre el poder y el arte, tan antigua como la humanidad misma. Aunque el poder muda de manos -de las élites religiosas a las monarquías, de los estados absolutistas y las democracias a las élites financieras- el arte lo acompaña en todo momento como aliado, pero también como adversario. Por su parte, el mundo del arte evoluciona de la simple imitación de la naturaleza a la construcción de significados profundos que imprimen sentido a la vida de las comunidades y de las personas, lo que se entiende como cultura. En el espacio de esta relación, se desarrollan las obras más importantes de la cultura y el conocimiento, se legitima el poder, se reproducen las estructuras sociales, las creencias y las ideologías, se tienden puentes con el resto de la sociedad y se crea un marco de significado para la existencia de los individuos que lo habitan. Sin embargo, es una relación que entraña un permanente conflicto. Theodor Adorno, filósofo y músico, lo observó críticamente al señalar que el interés del estado por la cultura es solo utilitario. Por su parte, Zygmunt Bauman lo dice de manera menos elegante al afirmar que “la preocupación de las artes por bocetar alternativas imaginarias al estado prevaleciente de las cosas, las coloca en el papel de rivales de la administración”; por eso existen muchas razones, continúa Bauman, para que “los administradores y la gente de las artes se detesten.” (Bauman 2011, p. 91). En el contexto mexicano, desde la década de los 70, puede hablarse de un divorcio entre ambos mundos, ya que los gobernantes han dejado de escuchar las voces de intelectuales como Justo Sierra, José Vasconcelos y Octavio Paz. Las decisiones de gobierno están lejos de reflejar las necesidades de la población. El tránsito hacia la gobernanza democrática y la incorporación de mecanismos de participación ciudadana no han rendido frutos suficientes. El sector cultural del municipio de Hermosillo, Sonora, ofrece un caso para estudiar este conflicto, a partir de un cambio institucional con propósito democratizador impulsado desde la presidencia en octubre de 2018, el cual supone un cambio en la relación entre el gobierno y el gremio cultural. El cambio viene precedido por múltiples reacciones de actores individuales que expresan sus inconformidades en foros, medios impresos, electrónicos, redes sociales e interacciones personales; son los mismos actores que entran en escena cuando el gobierno requiere de especialistas para implementar acciones en materia de cultura. De tal manera que el planteamiento del problema observa dos niveles: a) el individual, donde se manfiesta la mínima expresión de la relación, por medio de rituales y prácticas que regulan la interacción cotidiana del actor cultural y el gubernamental; y, b) el sistémico, donde gremio cultural y gobierno son actores colectivos que se relacionan mediante leyes, reglamentos y convenios. El estudio se realiza desde la perspectiva de las políticas públicas, ya que se analizan acciones/decisiones que tienen impacto público o que se realizan con recursos del erario. El tema es participación ciudadana por tratarse de interacciones entre gobierno y sociedad. La unidad de análisis es la interfaz socio-estatal, es decir, el espacio de interacción y sus reglas. El enfoque teórico es el nuevo institucionalismo, a partir del cual, Douglas North afirma que las reglas informales, que guían la convivencia humana, son más persistentes que las reglas escritas. Para acercarse a la comprensión del fenómeno se busca explicar cómo, el gobierno municipal de Hermosillo, gestiona la participación ciudadana formal e informal para la decisión pública en materia de cultura. Se retoma el modelo de democracia participativa de J. J. Rousseau como fundamento de la participación ciudadana. Se propone un modelo de análisis que relaciona la participación ciudadana con la gestión gubernamental a partir de cuatro dimensiones de las interfaces socio-estatales, las cuales responden a las preguntas específicas de esta investigación para conocer cuáles son las conscuencias de la participación, quién y bajo qué criterios incluye a los ciudadanos, cuáles son las reglas que deben seguir los participantes, con qué elementos se negocia y se decide, y cómo cambia la participación si cambia el partido en el poder. El análisis comprende los niveles individual y sistémico a partir de un modelo de Boushey, Jones y Workman (2006), en un corte temporal determinado por un cambio institucional formal que sirve para contrastar dos administraciones municipales encabezadas por partidos opositores. La metodología considera la revisión documental para observar la dimensión formal de las relaciones entre gobierno y gremio cultural, la cual está sustentada en la letra de acuerdos internacionales, constituciones políticas, leyes y reglamentos. Por otra parte, la dimensión informal se aborda mediante la triangulación de entrevistas en profundidad a informantes clave, ya que plantea tres metáforas que invitan a profundizar en los significados de las relaciones entre los actores. Las metáforas que dan rumbo y contenido a la investigación son las siguientes: a). El ecosistema de la participación. A partir de los planteamientos centrales de la 18ª Conferencia Internacional del Observatorio Internacional de Democracia Participativa, se piensa esta como un ecosistema en el que las instituciones de gobierno y, en este caso, el gremio cultural, conviven de manera transversal mediante una serie de mecanismos y reglas yuxtapuestas que se adaptan y articulan respondiendo a factores como la confianza, el poder y las causas compartidas. Los actores se desenvuelven en diversas dimensiones no solo como productores y consumidores dentro del terreno de juego. b). El perro guardián. En su clásico artículo The science of “muddling through”, Charles Lindblom (1959), dice que en políticas públicas casi cada interés tiene su defensor, representado por un perro guardián. En este caso, la expresión mínima de la relación entre poder y cultura son dos perros guardianes de sus intereses personales y de los de su equipo, que buscan adaptarse y sobrevivir dentro del ecosistema. Un impulso vital, que algunos llaman por amor al arte, propicia su permanente encuentro que los convierte en los protagonistas del juego. c). La ruta de la decisión. A partir de lo observado, se plantea una secuencia de valores que guían las decisiones en el campo del desarrollo cultural planificado por el gobierno. Los que determinan la decisión pública son evidentes e inmediatos. Hay otros valores superiores que no son considerados. Las interacciones y dinámicas que producen tales valores determinan las reglas del juego, unas explícitas y otras tácitas. La hipótesis que se comprueba a lo largo del trabajo enuncia que en la formulación de las políticas culturales, el gobierno municipal de Hermosillo favorece la participación informal sobre la formal con independencia del partido en el poder. En otras palabras, se plantea un caso de la tesis de North en que las instituciones informales permanecen a pesar de los cambios institucionales. El objetivo de la investigación es explicar y modelar estos rituales, instituciones informales o reglas no escritas que sustentan la red de relaciones que aportan dinamismo al desarrollo cultural. Una intención subyacente es dar luces para una convivencia más efectiva en el contexto posmoderno en el que la hiperlegislación y la hiperinstitucionalización dan muestras de su ineficacia, y no sólo se habla del sector cultural: estos amigos y enemigos íntimos, incluyen a toda la ciudadanía y a todo el gobierno.
Description
Keywords
Ciencias Sociales